La odisea de ser una mujer mona

Estoy con la adrenalina en el cuerpo, cansadísima pero podría seguir trabajando. Esa ha sido mi semana. Empecé el lunes adaptándome a los nuevos cambios de actividades y oficina, y siento que he estado a 100 por hora. Estuve avanzando algunos pendientes porque no quiero que mi reemplazo tenga una herencia de trabajo excesivo, y también estuve respondiendo mails hasta decir basta. Aunque no lo parezca, eso de mandar correos electrónicos a jefaturas es todo un arte, porque hay que pensarla bien antes de enviarlo, no vaya a ser que una palabra más escrita o una frase mal compuesta me haga acreedora de un llamado de atención (es que los jefes son tan chismosos...).

Lo que me da gusto es que a diferencia de la semana pasada, ésta ha sido mucho mejor y he estado con los ánimos muy alegres y con mucha energía en el cuerpo. Por ahí me han dicho que soy workaholic, pero no lo creo, es sólo que soy muy vehemente en las cosas que hago.

Y tan buenas estuvieron las energías que en la piscina me sentí en las nubes estos días. Me doy cuenta que mis brazos gordos están poniéndose más duritos and that's pretty good. Sin embargo, aún me faltan años luz para que me anime a usar un bividí o polito manga cero. Ah, verdad, creo que finalmente no malogré mis lentes de nado, y bueno, lo importante es que me protejen la vista del cloro de la piscina.

Pero el tema de la piscina trae a colación otro, mucho más jodido y doloroso: la depilación. Y pasa que soy la mujer mono, jajajajaja, soy velluda, supongo que por el problema hormonal que tuve hace algún tiempo. Y más o menos el complejo arrancó como a los 14 ó 15 años. Yo gustaba de vestirme con buzos, polos grandes, bien pirañita, hasta que me di cuenta que todas las chicas de mi edad usaban pantalonetas cortas, politos cortos y yo no :( a eso, había que sumarle el hecho que yo era una IBM (inmensa bola de manteca) y me acomplejaba por las huevas. Ahora veo chicas que son más grandes que Matilde La Grande (la misma de Glow), y lucen sus mondongos con total descaro. Creo que siempre fui cohibida para mostrar mis rollizas curvas. Y mostrar las piernas? Eso era ya un tema cerrado.

Con el paso de los años, opté por decolorarme los vellos de las piernas. Y si bien en algo disimulaba, me llegaba verlos rubios cuando yo soy trigueña, osea, na' que ver... Cierto día mi madrina me sugirió que probara la depilación con cera. Es más, me regaló una ollita con una lata nueva de cera "Depillé", pues decía que una señorita debía vestirse con falditas y ser bien modosita. Hice la prueba. Calentar la cera hasta que tome punto miel y luego juaaaasssss, untarla en toda la pierna en sentido contrario al crecimiento del vello. Cuando esta cera se iba enfriando y tomaba punto toffee había que dar palmadas sobre ella y zaaaaaaasssssssss!!!!! jalarla de golpe... La primera vez me arrancó lágrimas de dolor, no solo por lo caliente de la cera, no solo por arrancar los vellos, sino porque la piel en verdad luego quedaba bien lastimada... Me di cuenta que yo sola no podía hacerlo, a veces se me pasaba y dejaba que la cera se me enfriara demasiado y simplemente no salía de la piel; cuando la arrancaba ya a la mala, me dejaba unos morados horribles. Así que encontré una seño que por 20 soles me pelaba todas las piernas. Haciendo números, 20 soles cada 10 ó 15 días era demasiado para mi presupuesto.

Luego probé con las cremas depiladoras tipo Opilca, y nada, mis vellos eran a prueba de todo, además estas cremas no las sacan de raíz, debilitan el vello entre la piel y el exterior, y cuando crecían tenía el mismo efecto que rasurarse. Crecían gruesotas. Hasta hice el intento con las bandas de depilación en frío, pero no funcan. Por cansancio y tedio caí en la rasuradora y me daba harta palta ir a Metro a comprarme mis rasuradoras. En conclusión: una cojudez. Así estuve años de años. Sufriendo sola y en silencio. Prefería los pantalones a los shorts, y en invierno simplemente me olvidaba de los vellos, total nadie los veía (salvo el enamorado que siempre jodía por el tema).

Mi actual enamorado es medio lampiño, y como se puede entender, le jodía (y jode) que yo ande con vellos en las piernas y brazos. Su mamá es cosmetóloga así que él siempre me ofrecía una sesión de depilación gratuita con cera (horror!!!). Tanto jodía con el tema, que en diciembre del año pasado, una amiga de años, velluda como yo, me recomendó que me comprara unas maquinitas que arrancan el vello. Parecidas a una afeitadora para hombres, pero éstas tienen unas pinzas chiquititas en el cabezal que arranca de raíz los vellos. El 24 de diciembre me fui a una de estas tiendas por departamento y decidí hacerme mi regalo de navidad. El chiste me costó casi 400 soles pero ahora estoy más convencida que nunca, que fue una de las mejores inversiones que pude hacer. Es rápida, eléctrica, y efectivamente, arranca los vellos de raíz por más pequeños que sean. No lastima, no duele (osea sí, pero es nada comparado a la cera). Demoran en crecer y regio pues...

Cuando le dije a mi enamorado que iba a meterme a hacer natación se alegró un montón, porque sabía que eso significaba depilación constante, y así es. Y me alegra saber que eso ya no significa sufrimiento. Más bien, últimamente me está fastidiando para que me depile los brazos, pero no, ahí sí no le atraco. Sufi con las piernas. Ahora cuando las acaricia dice que siente que sus manos tocan seda JAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!! Mañana que voy a la piscina deberé despertarme un poco más temprano, conectar mi maquinita y ssssssss ssssss ssssss depilarme hasta la línea del bikini (el pubis, para los pocos entendidos =P).

Mucha vaina para las mujeres, no? Es la realidad pues, y hay un huevo de temas con los que las mujeres nos enfrentamos día a día, y los hombres bien gracias. Así que por el amor de Dios, no molesten por tonterías, ok?

Ahorita me voy a comer unas fresotas con leche condensada (gracias Papalindo por bendecir a nuestro país con una diversidad de frutas), amo las fresas, amo el mango - sí, ya viene temporada yeeeeee - y sandía en verano. Tanto me afané cuando las vi tan grandotas y ricas que decidí tomarles una foto. Qué rico, no?

C u.