24.12.10

Mis amores yo los vuelvo a recordar - Parte I

En mi vida han habido hombres por los que perdí la cabeza y entregué no sólo el cuerpo, sino también el corazón.

Hasta el día de hoy los más resaltantes han sido:

1. El Conejo
2. El Chato
3. Chapita
4. El Filósofo
5. El Tío
6. El Gordo (el firme, el actual, el legal)

Este listado es por orden cronológico, y no incluye agarres, calenturas, vacilones ni choque-y-fugas. Son los apodos de los hombres por los que yo hubiera podido entregar hasta la vida, si es que no me hubieran pagado tan mal (a excepción de mi gordo, que hasta ahorita se ha portado muy bien).

Pero el capítulo de hoy va dedicado al Filósofo, pues los acontecimientos que han acontecido en las últimas semanas lo ameritan. Y la historia dice así...

El filósofo
Cuando lo vi por primera vez tuve que contener el impulso de apapacharlo. Cuando hablé con él por primera vez, sucumbí a su bien ánimo y dote de palabra. Tenía un año más que yo y estudiaba filosofía. A pesar que yo siempre me mostré reacia y una taba para esa disciplina (con el perdón de los filósofos por llamarla así), congenié excelentemente bien con el filósofo.

Pasábamos la tarde llenando los crucigramas del Perú21, y esa actividad nos unió mucho, no sólo en amistad sino también en espacio, pues cabeza con cabeza pensábamos en las soluciones de los crucigramas.

En menos de un par de meses, cuando me di cuenta, yo estaba enamorada hasta el tuétano. Pero no sabía si era correspondida. Todos mis amigos me decían en buena onda que él era casi un santo, un chico sano, sin vicios, brillante y sin enamorada. Me cochineaban diciéndome que yo tome la inciativa, que es un filósofo ahuevado para estas cosas, que dé el primer paso. Siendo esta la situación, un buen día me armé de valor y le dije para salir a tomar un vino, el pobre picó el maicito, y luego del vino me lo chapé, sí señor, lo besé con todas las ganas que tenía y con toda la emoción y el amor que el filósofo me había generado.

El tiempo pasó y el sentimiento crecía día a día. Creo que si hubieran hecho un censo un la facultad, nosotros nos hubiéramos llevado el primer puesto a la pareja ideal. Éramos el uno para el otro. Un cague de risa, yo sociable y el encantador, yo con los pies en la tierra y él soñador, yo con planes a futuro y él, soñando con un mundo mejor.

Dios sabe bien cuánto lo amé, porque lo amé con todo mi ser, con toda mi vida, amaba cáda una de las células que formaban su cuerpo. Amaba sus rulos, amaba su forma de reír, amaba hasta las legañas que se le formaban, me cagaba por él!!! Juntos estuvimos 4 años. Con altas y bajas, pero después de los 2 años, la cosa iba en decadencia. Él nunca me paró el macho en mis arranques, nunca se inmutaba, nunca discutía conmigo, el mundo entero podía caerse en frente de nuestros ojos, y el otro ni se daba por enterado. Me conocía como la palma de su mano pero yo a él no tanto. Era de poco contar. Yo iba a 100 y él a 10. Su parsimonia con la vida me exasperaba. Tuvimos un huevo de errores, algunos peores que otros, y tal vez los míos más imperdonables, pero yo lo amaba.

Me ayudó en muchas cosas que hice en mi vida, me ayudó a concretar algunos planes, me ayudó a soltarme, me ayudó a pensar en grande, era como si él fuera el cerebro y yo la maquinaria que ejecutaba. Juntos éramos un par formidable. Pero la cosa iba en decadencia. A eso le sumo que demoramos bastante en intimar, es decir, él se negaba aduciendo que me respetaba. Cuando vimos que la cosa iba de mal en peor, decidimos dar el paso, y nos entregamos. Yo era virgen (aunque de este tema me gustaría profundizar en otro post) y él, casto. Fue algo mágico, lindo, maravilloso, pero que lamentablemente no pudo salvar lo que teníamos.

Ya por el final, la amargura era de todos los días. Me di cuenta que el amor que alguna vez había sentido por él se había esfumado, ya no había, ya no estaba, y que de pronto ya no lo veía como mi enamorado, sino más bien como un hombre al cual yo le tenía mucho cariño, gratitud, casi casi como un hermano. Me di cuenta también, que si en el pasado yo me desvivía para engreirlo (porque cuando estoy enamorada soy cojudamente engreidora), ahora me llegaba a la punta de la teta izquierda sus caprichos. A veces ya ni lo soportaba a mi lado, su sola presencia me molestaba, me ponía de mal humor, le hablaba feo, ponía pretextos, y en el momento del chuculún, el momento de la verdad, era una cosa incestuosa, impensable, herética. Eso hacía que me sienta pésimo, por las patas del caballo, me séntía mala, mala, maldita...

Lo anterior, más mi espíritu coqueto y conquistador, me llevó a buscar otros horizontes, y caí en las garras de otra pasión que al final me resultó más dolorosa, fue en estas que conócí al "Tío". Así, llevé una vida paralela viviendo un infierno con el filósofo por cuan mal estaban las cosas más mi cargo de conciencia, y por el otro, viviendo una ilusión efímera a distancia...

En ese punto las cosas se volvieron insoportables, intolerables, insostenibles. Océanos de lágrimas derramamos ambos tratando de salvar lo insalvable pero ya no había nada que hacer, hasta que un buen día decidí terminar con él. Ese día supe lo que era matar a alguien, porque lo que yo hice con él fue homicidio en primer grado. Me sentí una basura, una porquería, una asesina degollando a un carnerito. Sentí que le quitaba la vida. Y así fue.

La separación que tuvimos fue una de las peores cosas que me pasó en la vida, porque hay separaciones y separaciones, pero esta fue mortal. Lloramos hasta decir basta, sus llamadas al celular no paraban, sus mensajes, sus mails, sólo provocaban que yo termine llorando a moco tendido al frente de mi PC. Este desangramiento tuvo su tiempo, meses pasaron y el llanto continuaba, la costra se me levantaba cada vez que recibía un mail suyo, un mensaje al celular. Para ese entonces, yo ya estaba con el Gordo en mi afán de buscar un buen amor, y fue él quien, bronca de por medio, me dijo que cortara del todo ese contacto con mi ex, por el bien de nuestra relación. Ahora que lo pienso, fue lo más sensato que me dijo.

Otras personas llegaron a mi vida, el tiempo pasó, la herida sanó, pero la cicatriz quedó. Lo bloquié de mi messenger, lo borré de mi vida. Hasta hace unos meses recién decidí agregarlo al Gmail. Sólo para saber cómo estaba, en qué andaba, pues amistades en común me mantenían relativamente informada en las cosas que él hacía. Como es tan pero tan bueno (la verdad es que es un pan de Dios, aunque no es creyente porque sus ideales filosóficos se lo impiden), muchas personas se aprovechaban de él. En su afán de héroe olvidaba que en este mundo hay personas malas, y que la envidia es gratuita. Supe que tuvo momentos muy duros, académicamente y en lo laboral también y eso era algo que me preocupaba, pues a pesar de todo lo que pasó yo siempre conservé una amistad sincera para con él...

Y así, luego de casi 4 años volvimos a conversar. Meses después, un buen día sin motivo ni razón aparente me preguntó lo siguiente:

- Te puedo pedir algo?
- Claro, con toda confianza, a menos que sea billete porque no tengo.
- No es eso. Necesito cerrar el capítulo que tuvimos y para eso, necesito que me perdones por los errores que cometí contigo.
- Oye, no te pases, ya fue, tanto tiempo ha pasado, olvídate de eso, los dos tuvimos culpa en eso.
- No, necesito leer que me perdonas por todo, porque ya no puedo más, siento que arrastro una roca esperando tu perdón, necesito aliviar el peso de mi culpa, por eso te pido me perdones.
- Si tanto insistes, pues bien, te perdono, pero déjame decirte que eres tú el que debe perdonarme a mí, porque aunque no lo creas, yo la cagué más...

Me dijo que, efectivamente, murió en vida cuando terminamos y que le costó mucho levantarse de aquella caída. Que era un hombre que no había nacido para el amor pero que conmigo lo intentó. Me dijo también que había intentado algo con alguien, pero que aparentemente cometió los mismos errores y recién ahí empezó a cavilar al respecto. Sin querer queriendo terminé moqueando al frente del computador, luego de leer todo lo que me decía y todo lo que yo le decía, pues por fin hablábamos de forma abierta y directa de aquello que nos hizo sufrir mucho.

Aproveché para decirle que me dolió mucho que él se tomara casi 4 años en averiguar que de verdad me amaba, que me dolió mucho que le tomara su tiempo soltar un "te amo", que me dolió mucho no poder mostrarnos abiertamente como pareja frente al mundo entero, que me dolió mucho que nunca explotara ni tuviera arranques, que me dolió mucho no conocerlo tan bien como él me conocía a mí, entre otras cosas.

Carajo! Cuánto sufrí, de pensarlo se me aguan los ojos. Pero fiel al castigo, y siguiendo mi instinto sado-masoquista, para cerrar aquella conversación, le pasé el link de la canción que considero representa mejor lo que pasó entre los dos. Siento que yo fui aquella chica que esperó que entreguen todo de sí, pero que esperó en vano...




Ahora que ya nos perdonamos, aparentemente ya me tiene más confianza, al punto que me ha dicho que si me caso lo invite para que por lo menos me mande regalo de novia (qué payasín). Esto me permitió contarle que en enero empiezo a convivir con mi pareja y creo que le chocó un poco la idea pero lo disimuló bien. A veces, me pongo a pensar en cómo hubieran sido las cosas de seguir juntos, y creo - y nadie me va a sacar de ese pensamiento - que hubieramos llegado lejos, muy lejos...

Pero C'est la vie, le show debe continuar porque hay mucho camino que recorrer. Solo espero y deseo de todo corazón, que él llegue a buen puerto, supere sus miedos y vuelva a amar - aquel que no ha pecado, no es humano... aquel que no ha querido, no ha vivido... - pues él se merece lo mejor de este mundo.

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Anéctoda de los últimos días
Hace una semana tuve el matrimonio de una amiga de colegio a la que quiero muchísimo, y que luego de más de 10 años intentando liberarse de su familia y convencerlos que el papá de su hijo era un chico bueno, por fin se casó.

Fue en La Molina la cosa, y si bien asistí a la ceremonia religiosa, no tenía ninguna intención de pasar a la recepción que iba a ser en Surquillo. Estaba sólo con una amiga, pues mi gordo no pudo ir conmigo, y además los tacos me estaban matando.

Como a las 10pm decidimos regresarnos a nuestras casas, y a pesar que estábamos todas producidas, decidimos tomar microbio nomás. Desde aquel lugar no había un micro directo a mi casa, así que tuve que empalmar con otro en Risso con Arequipa, y fue ahí donde algo pasó.

No voy a decir que estaba un cuerazo, no me alucino tampoco, pero creo que no me quedaba mal el vestido que tenía puesto. Un escote provocador, vestidito a la rodilla pero con abertura al medio, más los taquitos, el cabello acomodado y maquilladita, supongo que alguna impresión habré causado (modestia aparte). Sin embargo, me confudieron con una polilla. Sí señores, me confudieron con una puta (de alto vuelo supongo, jaaaaaaa!).

Estaba yo parada en el paradero de Risso, a las 11.15pm esperando mi micro, (sí, sí, la más usura) cuando me di cuenta que toda la gente que estaba en el paradero cuando yo llegué ya se había renovado, y que poco a poco se iban haciendo menos. El micro que yo esperaba nada de venir, y eso me tenía nerviosa pues yo con mi carterita, mi celular y mi cámara éramos presa fácil para cualquier amigo de lo ajeno.

En eso me di cuenta que había un tipo que no se había movido, y que me estaba mirando inspecciosamente. De rato en rato yo volteaba y ahí estaba el asqueroso ese, mirándome y fácil, alucinándome también. Decidí caminar un poco más allá para tenerlo lejos, pero el tipo caminó en mi dirección y se paró a unos metros de mí. Al poco rato, volvió a subir y cuando se cruzaba por mi lado me dijo:

- Habla flaquita, cómo es?

Creo que por cómo estaba vestida, y por mi carita de "yo no fui", no esperaba que yo le responda lo que le respondí.

- FUERA MIERDA!

Acto seguido sacudí mi melena y toda mi humanidad se dirigió al micro que por fin llegó. Luego me quedé pensando, temerosa, qué hubiera sido de mí si el micro no llegaba, porque en esas fachas tampoco me subo sola a un taxi.

¿Se dan cuenta por lo que tiene que pasar una mujer en estos días? Pero si el tipo seguía jodiendo, juro que le clavaba el taco en la cara y ponía en práctica mis patadas que tanto sudor me cuestan en el gym.

En fin, pronto escribiré algo más.

Feliz navidad!!!