5.12.09

Crónicas del otro lado del continente...

Caraajo!!! No sé cómo michi estamos ya en Diciembre, y el año se va, se va, se va... Hasta hace un par de meses, sentía todavía lejano el año nuevo y de pronto ya solo faltan un par de semanas para Navidad. Un centenar de correos por responder, varios blogs por leer y comentar y ni tiempo para ordenar mis cosas. Regresé del viajecito que tuve y encontré todo patas arriba en mi trabajo, y los pendientes que llegan hasta el techo, pero decidí no estresarme más, está visto que definitivamente en 15 días que me quedan laborables, no acabaré con todo eso que tengo. Será una de mis prioridades del 2010.

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Estuve 5 días en el punto más oriental de las Américas, y puedo decir que he conocido el paraíso. Nunca me sentí tan bien, tan fresca y tan relajada, por más que fui a dar allá por cuestiones de trabajo. Sin embargo, la experiencia ha sido muy gratificante y ahora ando con saudade...

Es que Brasil es la tierra de la felicidad. Todo es tan tranquilo, tan natural, tan hermoso (suena cursi pero es la pura verdad), que me he quedado con mucha añoranza de volver a esas tierras. Más allá del calor infernal, el aire es puro, el cielo es completamente celeste, y las aguas del atlántico turquesa. La gente anda feliz, la gente trabaja tranquila, la gente no tiene mayor preocupación que salir por las noches a refrescarse con el aire fresco del Atlántico. ¿Qué más se puede pedir?

De hecho que como todo país, tienes sus problemas (además de sus favelas), pero me pareció que la cosa anda mucho más relajada que por aquí...

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El viaje tuvo sus momentos críticos pero aún así, no podría haber sido mejor. Mi vuelo se atrasó un par de horas, y llegué a las 4am. No había dormido nada la noche anterior pensando preocupada cómo sería este viaje, y tampoco dormí en los aviones. Mi cerebro pedía chepi para reiniciarse de puro cansancio.

Cuando fui al hotelito donde supuestamente tenía una reserva, me dijeron que ésta fue cancelada y que al final no habían habitaciones disponibles. Yo, sola, con el taxista que solo falaba portugués, y encima en pleno centro de la ciudad (y esa parte del centro era como nuestro Barrios Altos), osea malaaaso, por algún momento pensé en regresar al aeropuerto y pasar lo que quedaba de la madrugada, pero felizmente el taxista me llevó al hotel donde sabía se iban a alojar la mayoría de ponentes que se presentaban en el Seminario al que yo asistía.

Este resultó siento un hotel bien ficho, al frente del mar, con piscina y todo. Algo caro, pero mi tranquilidad no tenía precio así que decidí quedarme ahí, con el grupo de los ponentes. Los días que pasé en esa ciudad me cambiaron la forma de ver las cosas. He quedado embrujada.

A las 4.45am ya amencía y todo estaba completamente claro, anochecía a las 5.30pm. La temperatura oscilaba entre los 33°C y 35°C. Y como no hay humedad, sientes el calor muy fuerte, casi sofocante, y debido a eso todo (o casi todo) tiene aire acondicionado. Los taxis, los buses, los baños, las aulas de la universidad, todo! De lo contrario el cerebro se te puede sancochar. Entonces lo mejor que podía hacer, era tomar agua de coco en cantidades industriales. Allá produce mucho coco, y lo que hacen es cosecharlos, meterlos a un congelador, y abrirlos sólo cuando alguien va a comprar, de tal forma que el agüita entra recontra frescante. Otro detalle que me sorprendió era que los inodoros - o waters - eran un toque altos, o yo muy chata. Normalmente cuando nos sentamos en "el trono" los pies están tocando completamente el suelo y uno se siente muy cómodo. Estando allá yo me sentaba y sentía que mis talones quedaban al aire y que no apoyaba los pies completamente al suelo. Me sentía incómoda cada vez que entraba al baño.

Tenía que tomarme las caipirinhas necesarias para alegrarme la estadía, y probé variedades: caipirinha tradicional, caipiroska, y caipifrutas de gran variedad. Allá pude ver que existen frutas deliciosas que por estas tierras no son muy comercializadas. ¿Qué más puedo decir? Me tomaría todo el día escribiendo todo lo que pasé allá, y los recuerdos me dejarían triste, añorando volver. Creo que lo haré. Espero sea pronto, en todo caso, es algo pendiente para el 2010 o el 2011. Y si lo hago, ahora sí hablaré portugués. Nada más frustrante no poder comunicarse con propiedad, son tan patriotas que el inglés u otro idioma no es difundido. Hasta las canciones de la radio estaban en portugués. Una que otra persona hablaba portoñol (portugués + español) y podíamos comunicarnos con fluidez, sin embargo la clave está en que si te hablan despacio es fácil comprenderlos. Mis 2 años y medio en el Británico y yo, no sirvieron para nada jajajajajaja.

Y gracias a la Torre de Babel, el mundo se jodió con los idiomas...

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El último día de mi estadía, decidí remojarme los mondongos en el Atlántico. Cosa más deliciosa chico. Agua limpia, turquesa y tibiecita. Qué delicia. Estuve rodeada de cuerpos esculturales andando en diminutas ropas. Tanto hombre como mujer tienen cuerpos esculturales. No sé si porque cuidan su figura o porque su genética así lo dispone. Antiguamente esa parte de Brasil fue colonia holandesa, así que esto da una idea de la mixtura de gentes de la zona: ojos verdes, ojos azules, cabellos castaños, piel bronceada.

Las mujeres son hermosas, con piernas largas y muy bien formadas, caderas anchas y labios que invitan a ser seducidos. Andan por ahí en tanga, hilo, o shorts muy cortitos. Lo que me sorprendió es que los hombres ni se inmutan cuando ellas circulan, porque ya es la cosa más normal del mundo. Si una de ellas estuviera por aquí, fácil la violan al toque o sería acreedora de los piropos más obscenos de los cerebros masculinos limeños. Es la verdad pues, aquí los limeños son bien mañosos-morbosos, y nos ven como pedazos de carne. Allá es disntinto.

Será que yo tenía cara de turista, que recibí algunas miradas bastante seductoras de ejemplares machos que se refrescaban en la playa. Sin embargo, la comunicación era tan difícil que decidí no conversar con nadie y simplemente nadar. Así, salí del hotel con mis sandalias, mi vestido y mi tanga recién comprada. Nunca antes en mi vida había usado una tanga, sin embargo me atreví a exhibir mis michelines con total descaro, pero me daba igual, al ver que todos allá eran iguales bajo el sol.

Pero algo pasó. Algo que no estaba en mis planes. Estuve como unas 3 ó 4 horas en la playa, tumbada en la arena blanca o nadando en el mar (no habían olas y era como una gran piscina tibia). Habían grupos de brasileras nadando por aquí y por allá, muy alegres ellas. También habían grupos de chicos haciendo chacota entre ellos. No era mi intención socializar con alguno de ellos.

De pronto me di cuenta que un joven me miraba, y yo de rato en rato volteaba a verlo y efectivamente, nuestras miradas se encontraban. Yo nadaba y él también. Yo por mi lado y él por el suyo, pero observándome a cierta distancia. Esta situación me loqueaba, pero decidí no hablar con nadie. Llegó un momento que no lo vi más y pensé que se había ido. No pasaron ni 5 minutos cuando de pronto sentí que alguien estaba cerca mío nadando. Era él. Y como la situación era ya un tanto incómoda (mirarse uno a otro, estar cerca y no hablar), decidí saludarlo, y empezamos a conversar. No sé cómo la verdad, pero terminamos comprendiendo lo que decíamos.

Se llamaba Ramón y tenía 25 años. Un cuerpaso de infarto y un bronze bien rico. Me invitó un par de cervezas en lata en la orilla, y seguimos conversando. Cuando me di cuenta, me estaba besando :S :S :S ... Repito, esto no estaba en mis planes. Inmediatamente lo aparté de mí y le dije que tenía enamorado y todo eso. Él se rió y sólo dijo que era una pena conocerme el último día que yo me quedaba por ahí. Me invitó a su casa. Es más, me ofreció llevarme al aeropuerto. Y esto generó cierta duda en mí. Eran sentimientos encontrados, pues teniendo en cuenta cómo funcionan las cosas aquí en Lima, el recelo era algo que lo tenía a flor de piel, quizas podría haberme hecho daño, robado, o tal vez no. Es algo que nunca podré saberlo. Pero sentí que si atracaba salir con él, me las jugaba.

Volvimos a meternos un remojón en el mar y decidí volver al hotel, me despedí de él, y caminé de regreso con esa gran duda que dejó en mí. Además de la tentación dando vueltas en mi cerebro. No sé si hice bien, no sé si hice mal, lo que sí se es que si algo me pasaba en esa aventura, no hubiera sabido cómo explicarlo en mi trabajo.

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Mi vuelo de regreso, según itinerario, salía a la 1.45am, pero se atrásó hora y media. Llegué a Sao Paulo corriendo a tomar el otro avión que me traería a Lima y en la cola de embarque vi que habían aproximadamente 25 chinos que tomaban el mismo vuelo que yo.

El vuelo duraba unas 5 ó 6 horas. Faltando como un par de horas para llegar a Lima, las aeromozas nos circularon los formatos de Migraciones de Perú para que los llenemos y entreguemos en el counter de Migraciones en Lima. Yo estaba completando mi formulario, cuando me di cuenta que el chinese que tenía en el asiento delante, me hizo un gesto que yo entendí como "préstame lapicero". Se lo dí inmediatamente. Al poco rato, este chino volteó con el lapicero en una mano y el formato de migraciones en otro, por lo que dijo y los gestos que hizo, comprendí que necesitaba ayuda para completarlo. Le pedí su pasaporte y llené lo que pude llenar. Se llamaba Li y tenía 22 años. Estaba en este grupo de chinos, y habían jóvenes como él, y otros más adultos y con cara de mañosasos.

Al rato, volteó nuevamente y me entregó una moneda de un yen y un pin dorado que al parecer era de algún instituto, todo esto como muestra de agradecimiento (pensé). Hasta ahí el viaje estaba bastante tranquilo.

Lo que yo no me esperaba es que aquel gesto mío de ayuda, y la gentileza del presente recibido se iban a convertir en el inicio del fin de un viaje molesto. Yo vestía un polo a tiras, algo escotado, porque me insolé en la playa el día anterior y tenía la cara, los hombros y el pecho más rojo que camarón. Nada que sea fuera de lo común. Al parecer, al chino le impactó el color de mi piel o qué michi, que nuevamente volteó y me di cuenta que me miraba las tetas :S Fue ahí cuando hizo un gesto con el dedo, como diciendo "bien ahí" , o tal vez "están ok" señalando mis pechos :S Lo que me faltaba, un chino mañoso delante mío. Al inicio lo tomé como broma, le sonreí y seguí mirando hacia la ventana, pero el chino insistía y me decía que tenía los pechos bonitos (Ja! qué irónico, nisiquiera soy tetona como para justificar ese piropo). Esto lo hizo como unas 3 ó 4 veces. No dije nada ni hice nada porque pensé, total con mirar nadie se ha muerto. Al rato me paré y me fui al baño.

Cuando volví, ví que este chinito se había pasado al asiento de mi lado que estaba vació, y bueno, yo no podía prohibirle que se siente ahí. Pasé a mi sitio y tranquila nomás me disponía a seguir con lo que quedaba del vuelo.

Al ratito empezó a hablarme, o en todo caso a hacerme señas. Me preguntó si la sortija que traía en el dedo era de casada, y le dije que no, que era sólo un anillo pero que sí tenía enamorado en Lima. Se quedó callado un rato. Luego su amigo que estaba sentado delante de nosotros volteó, nos miró y empezó a reírse, juntaba los dedos indices de la mano y decía que su amiguito quería salir conmigo :S

Li, como se llamaba, sacó su pasaporte, me mostró la parte donde dice "Nationality: Chinese" y me dijo algo así como que las mujeres chinas no tenían pechos grandes pero que los míos lo eran y que se veían muy ricos :S (mejor no preguntar qué gestos hizo como para que yo entienda eso).

Empecé a ponerme seria y mirar a la ventana para que deje de joder. Me sentía tan cansada por el viaje que no tenía ánimos para quejarme ni gritar ni nada, solo quería llegar a Lima, a mi casa, a mi cama y jatear todo lo que pudiera.

De pronto, el chinito sacó un billete de 50 dólares de su billetera y me lo mostró. No sé qué habrá querido decir, pero yo en one nomás saqué la calculadora de mi canguro y le puse el tipo de cambio a soles. Guardó su billete. El pata que estaba sentado delante, volteó hacia nosotros y me dijo en un español mascado, que su amiguito Li tenía mucha plata y que quería salir conmigo. ¿¿¿Y a mi que xuxa que su pata tenga plata y que quiera salir conmigo??? No me atraía en lo más mínimo además que es bien conocido que los orientales la tienen chiquita JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! (no ofense).

Ya me estaba llegando a la punta de la teta este chinito de mierda con sus mañoserías, que llegó un momento en que le grite NOOO!!!! cuando me dijo que queria tocarlas (las chichis, claro está) :S

Para mi salvación llegabamos al Jorge Chavez, y el tortuoso viaje se estaba acabando. Pero faltaba algo más. Cuando nos pidieron que nos abrochemos los cinturones de seguridad, este webas se había sentado sobre el suyo y so pretexto de sacarlo, quiso meterme la mano. Ah no! Ni cagando! Este chinito de mierda, que sabe Dios para qué venía al Perú, se puso demasiado insolente, así que no tuve más remedio que gritarle y jalarle el brazo para que deje de joder. La gente del avión volteó a mirarnos, y el chino se sintió webón y al fin se quedó tranquilito.

Cuando bajamos, se arrancó al toque nomás, y no volví a verlo. Fue un alivio volver a ver a mi mamá y a mi padrino esperándome, los abracé y arranqué para mi casa.

Verdad, olvidé un detalle, entre los pasajeros del vuelo, habían peruchos, y uno de ellos, sin más roche, estaba mirando porno en su laptop, yo me gané el pase cuando regresaba del baño, pero el tipo de lo más concha, con él no era y seguía viendo su videíto en Redtube...

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Como dije al inicio de este post, a pesar de todas las cositas negativas del viaje, el saldo es positivo, vi diferentes realidades nacionales en las ponencias, y pude conocer a personas de varios países de Latinoamérica que espero sean amistades que se conserven en el tiempo. Ahora ando con la saudade, y por ahí escuche esta canción que me dejó aún más triste...




En fin, definitivamente, ahí nos vemos Brasil!!! (Espero pronto).